Un poco de respeto hacia el caso de Puebla, por favor
Recientemente
México (e incluso Asturias, a través del periódico asturiano La Nueva España) ha estado tocando el
tema de la muerte de la gobernadora de Puebla, Marta Erika Alfonso, y su
esposo, Rafael Moreno Valle, en el helicóptero. Accidente o no, me he percatado
que el tema va más allá del suceso. Se habla de lo correcto y de lo
incorrecto. En las redes sociales se pueden encontrar comentarios tanto agradeciendo
la caída del helicóptero y la muerte de la pareja como llorando por la pérdida
de grandes y maravillosas personas. En lo personal, no me interesan los asuntos en los que la
pareja estuvo involucrada cuando hablo de
su muerte, y creo firmemente en que no debería ser asunto de nadie.
¿Por
qué digo esto? ¿Por qué le quito el derecho de opinar a alguien? ¿Por qué creo yo
que no deberían de ofender o burlarse de estas personas?
Por
respeto.
No
me refiero al respeto que tienes hacia un muerto (en este caso hacia ellos).
Podrían odiarlos por lo que hicieron, y están en su pleno derecho de hacerlo. Por
mí, podrían estar insultándolos en su hogar a la hora de la comida. Si no quieres
otorgarles el respeto, hasta eso, lo entiendo. Cuando uno muere, este no se
percata de lo que sucede después. Se habrá ido y no se enterará de lo demás. En
cambio, la gente que rodeó a la persona y que vivió con ella sí. La familia, los
amigos, los que fueron inspirados por este, sí seguirán vivos para percatarse del odio tan notorio.
Son
ellos, la familia y la gente cercana, los que, entre lágrimas y llantos, verán
los terribles comentarios que la gente sube a las redes sociales insultando a las personas que perdieron. Será la familia y los amigos de la gobernadora y de su esposo
los que verán las burlas, los memes y los insultos. Serán ellos los que reciban
la ira, el odio y el desprecio. Ellos, lejos de los actos de la pareja, inocentes
en su totalidad, los que recibirán la espada. ¿Y cuál habrá sido su delito? ¿Conocer
a la pareja?
Si no tienes
respeto hacia los fallecidos, o no quieres dárselos, no se lo des, pero no le pronuncies
la misma sentencia a su círculo cercano, pues poca culpa tienen ellos. Dales lo
que necesitan en estos tiempos. Lo que le darías a cualquier extraño que
perdiese a alguien cercano.
Cuando
se pierde el respeto se pierde la dignidad, y cuando se pierde la dignidad se
pierde el respeto. Uno viene necesariamente acompañado del otro. Al no otorgarle el
respeto a alguien, estás perdiendo tú lo que te caracteriza como ser humano.
Pierdes tu dignidad. Al mismo tiempo, le retiras al otro, inocente ser que es, lo que
le es propio por existencia.
Son en
estos tiempos (en los que uno observa o presencia las tragedias) cuando se
demuestra el valor del corazón propio. Si
no es el perdón, que sea el respeto. Que el corazón y la razón distingan entre
los culpables y los inocentes. Los fugados y los destrozados. El valor del corazón
vendrá de la mano que se le tienda a la familia y a los amigos. Vendrá después
de una pérdida, cuando se presenta una vulnerabilidad. ¿Qué somos si no otorgamos respeto?
Por esa
razón no puedo permitir que se insulte a la pareja fallecida. Por esa razón
tampoco puedo permitir que se hagan memes para las redes sociales o se burlen
de ellos de forma descarada. El odio no lo reciben ellos, lo reciben personas en
llanto. Mientras uno ríe, otro llora. El corazón es el que debe de tender el mayor
respeto en estos casos. Decirles: sabemos que es una tragedia para ustedes, sabemos
que no tienen la culpa, sabemos que duelen y sepan que estamos para ustedes.
Buena entrada, Elsa, y muy bien redactada.
ResponderEliminarSaludos