¿Qué es esto de la tiranía de la mayoría?
Si alguna idea deja David Trueba
en su libro Tiranía sin tiranos es que
el ser humano es, esencialmente, una bestia hipócrita, cruel y despiadada que debería
de avergonzarse de su existencia. Presenta una visión desesperanzadora y
pesimista sobre el mundo y, principalmente, sobre la sociedad. Trueba argumenta
que la tiranía la hemos implantado nosotros. Somos nosotros, un we, los que decidimos qué sucede y cómo sucede.
Somos la mayoría, implantando sobre la minoría, los que han causado este
retroceso social (y los problemas que le acompañan).
No solo es esta una suposición generalizada,
sino que también muestra una falta de conocimiento de parte del autor sobre la sociedad
actual. Al establecer esta tesis, lo que hace Trueba es separarse de la
sociedad y culparla de los problemas actuales. No soy yo, es la mayoría, dice Trueba, si no fuese por la mayoría, todo estaría bien.
Si la mayoría impusiese sobre la
minoría, no se hubiesen dado estas grandes transformaciones en la sociedad. Si
la mayoría impusiese sobre la minoría, nuestras formas de pensar seguirían
siendo las mismas de hace 200 años porque la mayoría (y se ve claramente en la
política) domina incondicionalmente a la minoría. Pero el panorama cambia
cuando hablamos de una tiranía de la minoría sobre la mayoría.
¿Tan siquiera es posible? Solo pregúntate: ¿cuántas veces te has quedado callado por miedo a ser el único que piense de una forma y termines por darte cuenta de que había una mayoría que pensaba como tú?
¿Cómo es posible? A través de los
medios de comunicación, de la historia, de la retórica. Una minoría apoyada por
las costumbres y las tradiciones de un país puede lograr imponer sus ideas
sobre la mayoría. La mayoría está silenciada, reprimida, vendada. Si ven alguna
injusticia que no es denunciada, se mantendrán callados porque el miedo a las
consecuencias, a lo desconocido, siempre manda sobre el ser. Si a nadie parece
molestarle lo que sucede, ¿seré yo el problema?
Sin embargo, la voz de uno es
suficiente para levantar a la mayoría, y más aún cuando recibe la atención de
los medios. Tan solo basta el ejemplo del movimiento feminista #metoo. No hace mucho, Harvey Weinstein
era de los hombres más poderosos de la industria cinematográfica americana. Él,
la minoría, el individuo concreto, dominaba sobre la mayoría femenina que había
sido abusada y sobre los conocidos que estuviesen informados de las acciones de
Weinstein. Bastó la denuncia de unas pocas mujeres atrevidas para que surgieran
más. De un momento a otro, ya había denuncias contra otros hombres poderosos que
salían de la industria cinematográfica. La llamada “minoría” había sido en
realidad una mayoría silenciada que, viendo el poder que poseía un individuo,
asumió su inferioridad.
Este fenómeno surge en una
variedad de lugares y en una variedad de momentos. La supuesta “mayoría” es
derrumbada por un movimiento al que se le va sumando gente. A la iniciativa de
uno, se le añaden otros porque ven
que su opinión SÍ importa. Se van dando cuenta de que ellos no son el problema
y de que hay una amplia mayoría de acuerdo con ellos. Se van dando cuenta de
que no están solos, y eso hace toda la diferencia.
Así que, David Trueba, lo tienes mal.
Los problemas no nacen de la imposición de la masa. La mayoría no nos controla y
nosotros no somos impotentes ante ellos. No es la tiranía de la mayoría el
problema. Se trata de la tiranía de la minoría y el silencio de la mayoría. Y
nuestro poder está en levantar la voz.
[Por cierto, señor Trueba, nunca
nada se ha logrado dando por perdido todo].
Buena entrada Elsa.
ResponderEliminarSaludos